domingo, 1 de abril de 2012

Rodolfo Fogwill, Los pichiciegos



"El miedo: el miedo no es igual. El miedo cambia. Hay miedos y miedos. Una cosa es el miedo a algo -a una patrulla que te puede cruzar, a una bala perdida-, y otra distinta es el miedo de siempre, que está ahí, atrás de todo. Vas con ese miedo, natural, constante, repechando la cuesta, medio ahogado, sin aire, cargado de bidones y de bolsas y se aparece una patrulla, y encima del miedo que traés aparece otro miedo, un miedo fuerte pero chico, como un clavito que te entró en el medio de la lstimadura. Hay dos miedos: el miedo a algo, y el miedo al miedo, ese que siempre llevás y que nunca vas a poder sacarte desde el momento en que empezó.
Despertarse con miedo y pensar que después vas a tener más miedo, es miedo doble: uno carga su miedo y espera que venga el otro, el del momento, para darse el gusto de sentir un alivio cuando ese mido chico -a un bombardeo, a una patrulla- pase, porque esos siempre pasan, y el otro miedo, no, nunca pasa, se queda.
-¿Y ahora? -guié.
-Tampoco, ya no, tampoco -dijo y me miró-. ¿Entendés?
-Sí, respondí convencido.
-No. ¡No me entendés! Seguro que a vos alguna vez habrían estado a punto de boletearte, fuiste preso, tuviste dolores en una muela, o se te murió tu viejo. Entonces, vos, por eso, te pensás que sabés. Pero vos no sabés. Vos no sabés..."

No hay comentarios:

Publicar un comentario