lunes, 2 de abril de 2012

Oliverio Girondo, Solo



Solo, 
con mi esqueleto, 
mi sombra, 
mis arterias, 
como un sapo en su cueva, 
asomado al verano, 
entre miles de insectos 
que saltan, 
retroceden, 
se atropellan, 
fallecen; 
en una delirante actividad sin rumbo, 
inútil, 
arbitraria, 
febril, 
idéntica a la fiebre 
que sufren las ciudades. 
Solo, 
con la ventana 
abierta a las estrellas, 
entre árboles y muebles que ignoran mi existencia, 
sin deseos de irme, 
ni ganas de quedarme 
a vivir otras noches, 
aquí, 
o en otra parte, 
con el mismo esqueleto, 
y las mismas arterias, 
como un sapo en su cueva 
circundado de insectos.

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